sábado, 28 de enero de 2017

Homicidio de Pareja intima. Homicidio en parejas homosexuales

El Homicidio de pareja íntima (HPI), y en general la violencia de pareja íntima (VPI) en parejas homosexuales, está muy poco estudiado. Yo voy a hablar en esta entrada de lo que dicen dos artículos -y haré referencia a  un tercero- pero es que no hay mucho más. En la mayoría de la bibliografía que he consultado se reclama que se estudie más este tema pero la verdad es que sigue siendo una realidad oculta. Sin embargo, a pesar de la escasa presencia cuantitativa en el porcentaje total de casos de HPI creo que cualitativamente lo que aprendemos de los HPI en parejas homosexuales es muy importante para entender el fenómeno de la violencia de pareja en general, y de ello hablaré en la próxima y última entrada de esta serie.

El primer estudio al que voy a hacer referencia es uno de Glass y cols. del año 2004. Se titula Female-perpetrated femicide and attempted femicide y recoge sólo 9 casos en parejas lesbianas, 5 de feminicidios y 4 de intento de feminicidio. Cuando los autores publicaron este trabajo no existía ningún otro que estudiara el feminicidio perpetrado por mujeres. Lo primero que hay que decir es que las cifras en el caso de los homicidios de pareja homosexual (HPH) hay que tomarlas con mucho escepticismo dada la frecuente ocultación de las relaciones homosexuales. Cuando se clasifican los homicidios es frecuente que los que ocurren en parejas homosexuales se codifiquen como “entre extraños”, o “entre amigos”, por el desconocimiento de la relación romántica entre los implicados. Dicho esto, Paulozzi y cols (2001) dan la cifra de que el 0,05% de los feminicidios en USA entre 1981-1998 son cometidos por la pareja íntima femenina.

En el artículo se describen los casos clínicos con una pequeña reseña y voy a traducir los dos primeros:

Caso 1: Mary, de 34 años de edad, empleada a tiempo total y estudiante vivía con Sue, su pareja femenina los dos últimos años, dos niños adoptados y dos niños biológicos. A pesar de ser un hogar de seis personas, la familia no tenía problemas económicos. Mary tenía un ex-marido y se informa de que ocasionalmente quedaba con hombres pero “se cansó de que los hombres la engañaran y usaran su dinero”. El familiar de Mary informa que Sue era controladora y celosa. Dicho familiar no era conocedor de la naturaleza romántica de la relación ni de la violencia física hasta dos semanas antes de la muerte de Mary. Ni Mary ni Sue tenían historia de abuso de alcohol ni de sustancias ilegales. Sin embargo, Sue había estado bebiendo alcohol durante las horas previas al asesinato. El familiar de Mary informó de que Mary estaba intentando terminar la relación cuando fue disparada 10 veces con una pistola que Sue había comprado 7 días antes del asesinato.

Caso 2: Tina de 40 años de edad, parada, vivía aparte de su pareja durante 12 años, Laura, desempleada también. Aunque habían vivido juntas en el pasado no lo hacían en el momento del asesinato debido a la violencia física y abuso de drogas de Laura. Laura tenía una historia de delitos violentos fuera del hogar con una condena por un asesinato previo. Tina había resultado herida e ingresada dos años antes del asesinato y Laura la había amenazado con un cuchillo y un destornillador en el año previo al mismo. El familiar de Tina informa de una conducta controladora y celosa de Laura y dijo que Laura había amenazado con suicidarse si Tina finalizaba la relación. El familiar de Tina también informó de que Tina también abusaba de las drogas y el alcohol. Tina tenia una hija que había sido sacada del hogar y dada en adopción debido a las peleas y uso de drogas en el hogar. Mientras Laura estaba intoxicada, colocada con cocaína, y haciendo acusaciones de infidelidad, Tina fue asesinada.

Del análisis de todos los casos lo que se encuentra es: violencia física anterior, conductas de control, celos, abuso de alcohol y drogas y amenaza de abandonar la relación. VPI se encontró en todos los casos menos uno. Conductas de control y celos en todos los casos de feminicidio y en 75% de los intentos. En cuanto al uso de alcohol y drogas 60% de las homicidas las usaban. Intentos de abandonar la relación ocurrieron en el 78% de los casos. En cuanto a amenazas o intentos de suicidio los realizaron dos de las autoras de feminicidio (40%) y una de las que lo intentó. La conclusión de los autores en la discusión es: “Los factores identificados en las mujeres que matan o casi matan a su pareja femenina son sorprendentemente similares a aquellos de mujeres asesinadas o casi asesinadas por su pareja masculina. Nuestros hallazgos, aunque preliminares, indican que el poder y el control son centrales en los modelos de feminicidio de pareja intima e intento de feminicidio, sean perpetrados por un hombre o una mujer”.

Estudios de prevalencia de violencia física y sexual en parejas lesbianas dan cifras que van desde 11% hasta 76% Incluso a la cifra más baja de 11% estamos ante un fenómeno, la violencia en parejas femeninas, que es un importante problema de salud pública que es a menudo ignorado.

Un dato que es muy importante de esta serie en la que muchas de las víctimas abusaban del alcohol y drogas es que una mujer es especialmente vulnerable a una violencia fatal cuando ella misma está bebida o intoxicada. Es muy importante esforzarse en que tanto las víctimas como los maltratadores, sean hombres o mujeres, acudan a programas de tratamiento de dependencias.

Por otro lado, otro factor común tanto a mujeres lesbianas como a varones homosexuales es que estas relaciones homosexuales suponen un riesgo adicional de violencia u homicidio por el miedo de revelar a la familia, amigos, equipos de salud, policía o jueces la existencia de una relación homosexual por el estigma asociado y por la ausencia de servicios comunitarios de protección específicos para mujeres u hombres en relaciones con parejas del mismo sexo.

El segundo estudio es más reciente, 2014, de Alexandra Gannoni y Tracy Cussen titulado Same-sex intimate partner homicide in Australia, pero los propios autores dicen en el prólogo que es uno de los primeros de este tipo (¡en 2014!). Los propios autores vuelven a señalar las limitaciones actuales en estas investigaciones: infraestimación de la frecuencia por el estigma de la homosexualidad y porque no se suelen recoger datos sobre identidad sexual u orientación sexual, infraestimación de los problemas de salud mental porque no investigan sistemáticamente, infraestimación del abuso de drogas y alcohol, etc. Por tanto, todas las cifras hay que tomarlas como indicativas.

Con estas precauciones, el porcentaje de HPI que ocurren en parejas del mismo sexo es del 2%. El 98% ocurren en parejas de sexos opuestos. Esta proporción es consistente con la del tercer estudio que voy a citar (Mize y Schackelford 2008) en USA que encuentra también un 2%. La tasa de HPI que calculan Gannoni y Cursen para Australia es 3,4 por 100.000 para parejas del mismo sexo y 1,1 por 100.000 para parejas de sexos opuestos (la tasa de HPI es mayor en parejas del mismo sexo). Estos hallazgos son paralelos a los de Mize y Schackelford que encuentran las siguientes tasas:

- parejas gay: 63,72 por millón por año

- parejas hetorosexuales: 21,25 por millón por año

- parejas lesbianas: 9,07 por millón por año

Según este dato, las parejas con más riesgo de HPI son las formadas por dos hombres y las de menos riesgo las formadas por dos mujeres ocupando las parejas con un hombre un lugar intermedio.

En cuanto a las diferencias entre los HPI en parejas del mismo sexo y de sexos opuestos hay dos que son interesantes. La primera se refiere al uso de drogas y alcohol. Lo que se observa es que el uso de drogas y alcohol en conjunto es más frecuente en parejas del mismo sexo (68% frente a 51% en parejas de sexo opuesto). Pero donde hay una clara diferencia es en el uso de alcohol por la víctima: 48% en parejas del mismo sexo frente a 24% en pareja heterosexual.

En cuanto a los trastornos mentales son también algo más frecuentes en parejas del mismo sexo aunque la frecuencia de los mismos en este estudio es baja; se encuentran trastornos mentales en el momento del homicidio en el 13% de las parejas del mismo sexo frente a 8% en las de sexo opuesto. El artículo cita varias referencias según las cuales los sujetos homosexuales presentan más trastornos mentales en general, tanto de ansiedad, como depresivos, como por uso de sustancias.

En cuanto a la presencia de VPI previa volvemos a encontrar una alta frecuencia en los HPI en parejas del mismo sexo. Encontramos de nuevo, indefensión aprendida, celos, abuso de sustancias, enfermedad mental, insultos constantes, sexo forzado y amenazas de abandonar la relación. Una característica, sin embargo, que es propia de las parejas del mismo sexo es la amenaza de hacer pública la homosexualidad con las consecuencias sociales derivadas o incluso legales con respecto a la tutela de los niños, si es que los hay. Los autores señalan que la VPI entre homosexuales sigue siendo un tema invisible y silencioso a pesar de que según varios estudios ya existentes es por lo menos tan frecuente como la VPI en parejas heterosexuales.

Las conclusiones de este estudio las traduzco también literalmente: “en muchos aspectos tanto los HPI de parejas del mismo sexo y de sexo opuesto comparten muchos rasgos y características similares. Por ejemplo, las víctimas de HPI del mismo sexo fallecieron por las mismas causas que las de sexo opuesto incluyendo (pero no limitándose a) heridas de arma blanca, golpes, ahogamientos y estrangulamientos. De la misma manera, los motivos principales (o las razones) para los homicidios de mismo y opuesto sexo incluyen discusiones domésticas, celos y terminación de la relación.”

Tomando en conjunto los datos de estos estudios lo que podemos concluir es que es necesario servicios bien dotados para atender a víctimas de VPI implicadas en relaciones con personas del mismo sexo, servicios que actualmente o no existen o están mal dotados  con lo que no se está atendiendo a los grupos más marginalizados de la sociedad. Sin embargo, como dice Duffy, el concepto de que una mujer pueda golpear a otra mujer o que un hombre puede ser una víctima es algo que requiere tal cambio en nuestra forma de pensar que no nos entra en la cabeza. Otra conclusión es que es necesario investigar de forma sistemática todos los HPI sean entre personas del mismo sexo como de sexo opuesto si queremos mejorar nuestras medidas de apoyo y prevención. 

@pitiklinov


Bibliografía:



Mize K y Schackelford T (2008) Intimate partner homicide methods in heterosexual, gay and lesbian relationships. Violence and Victims 23: 98-114





5 comentarios:

idea21 dijo...

Había leído sobre estimaciones anteriores, que incidían en la supuesta relevancia de la tendencia masculina a la agresividad (era lógico entonces pensar que en parejas de dos varones las agresiones serían relativamente más frecuentes).

En el tema de las lesbianas, existe la opinión -no sé si fundamentada- de que en algunas de estas uniones aparecen mujeres caracterizadas como "butch" o "masculinas", en las que se darían algunas características hormonales diferentes del promedio habitual de mujeres.

Anónimo dijo...

Hay alguna errata en los datos que ofreces de Mize y Schackelford, pues, por una parte, las cifras que ofreces para parejas heterosexuales son idénticas a las de parejas lesbianas (21,25 por millón por año), y, por otra parte, de estas cifras concluyes que "las parejas con más riesgo de HPI son las formadas por dos hombres y las de menos riesgo las formadas por dos mujeres ocupando las parejas con un hombre un lugar intermedio".

Pitiklinov dijo...

es verdad, hay un error, lo corrijo, gracias

Unknown dijo...

No pude encontrar la cita que tradujiste del último estudio. ¿Podrías citar el fragmento sin traducir?

Pitiklinov dijo...

Hola, Matías, te refieres a la cita de Duffy?:
the concept of a woman hitting another woman or a man being a victim can be very provoking for some people and can require a significant shift in thinking.

Si es la anterior, el párrafo entero es:

Analysis of the NHMP data showed that same-sex intimate partner homicides represented only two percent of all intimate partner homicides in Australia from 1989–90 to 2009–10 and in many respects, both same-sex and opposite-sex intimate partner homicides shared many similar features and characteristics. For example, same-sex intimate partner homicide victims died from many of the same causes as opposite-sex intimate partner homicide victims, including (but not limited to) stab wounds, beatings, drownings and strangulations. Likewise, key motives (or reasons) for both same-sex and opposite-sex intimate partner homicide incidents included domestic arguments, jealousy and relationship terminations.

Son del estudio de Gannoni y Cursen
Saludos